Acerca de mí

No siempre supe que quería ser psicólogo. De hecho, durante mucho tiempo no sabía a qué quería dedicarme. Terminé la ESO con dificultad, suspendí el bachillerato en dos ocasiones y pasé una etapa sintiéndome bastante perdido. Lo que cambió mi rumbo fue algo tan sencillo como empezar a trabajar.

Con 17 años entré en Protección Civil, me formé como socorrista y durante varios veranos trabajé en las playas del Mediterráneo, viviendo situaciones de emergencia reales y ayudando a personas en momentos críticos. Aquello fue una escuela de vida: entendí la importancia de formarse, de tener una dirección, de cuidar a los demás… y a uno mismo.

Más tarde, accedí a un grado superior de deporte (TAFAD) y, aunque no fue un camino brillante, sí fue un logro importante para mí. Entonces, ocurrió algo inesperado: vi un libro de psicobiología de mi hermana. Lo hojeé por pura curiosidad y algo se encendió. Me atrajo. Me sorprendió. Y decidí lanzarme.

 

Me matriculé en Psicología por la UNED. Muchos en mi entorno dudaban: “¿Cómo vas a estudiar algo tan difícil si nunca te gustó estudiar?”. Pero esta vez era distinto. Estaba motivado. Por primera vez, estudiaba algo que me apasionaba. Cada página que leía me hablaba. Cada teoría, cada enfoque, cada historia… me despertaban una vocación. Me sentía en casa.

Años después, completé el Máster en Psicología General Sanitaria, me formé en terapia familiar, y en EMDR, una herramienta que me ha permitido trabajar el trauma desde un enfoque profundo, humano y relacional. Mi mirada clínica se centra en el apego, las heridas emocionales y cómo la historia de cada persona afecta su presente.

No soy un académico de manual. Soy alguien que ha tenido que pelear mucho para llegar hasta aquí. Por eso entiendo lo que es sentirse perdido, dudar, tener miedo, fallar y levantarse. Porque lo he vivido.

Hoy acompaño a personas que también están librando sus propias batallas. Y lo hago desde un lugar de respeto, de vínculo, de presencia real. No creo en las fórmulas mágicas ni en etiquetas. Creo en las historias, en el trabajo terapéutico honesto, y en que nadie está roto, solo herido.

 

Como psicólogo, he tenido la oportunidad de trabajar en entornos muy distintos: en el sector público en servicios sociales, en programas de prevención, centros educativos, incluso en el centro penitenciario de Campos del Río. He dado charlas, participado en documentales, colaborado en programas de radio y actualmente imparto clases en la universidad en la que me formé. Esa diversidad me ha enseñado a mirar la psicología no solo desde el despacho, sino también desde la calle, los márgenes y lo colectivo.

Mi compromiso es ese: ayudarte a que tu historia deje de doler tanto, y puedas habitarla con más calma, más comprensión y más libertad.

“No hay pasado que no pueda mirarse con compasión, ni futuro que no merezca ser vivido con esperanza.”